Abonado de nitrógeno
El nitrógeno (N) ocupa un lugar central en el metabolismo de la vid. En la viticultura el nitrógeno influye considerablemente en el crecimiento, la fructificación y el rendimiento. La mayor cantidad se encuentra en la materia orgánica. De ese nitrógeno ligado a la materia orgánica solo un 1 % se libera anualmente por la acción de los microorganismos del suelo. Esto puede tener como resultado un retorno de aprox. 50-150 kg de N/ha/año. La intensidad de la mineralización del nitrógeno no está adaptada de manera óptima a las necesidades estacionales de la vid. Una descompactación superficial del suelo a mediados de mayo puede ayudar a la liberación del nitrógeno y permitir así que esté disponible cuando la vid más lo necesite.
Abonado de nitrógeno en las plantas jóvenes
En el año de la plantación y también en los años siguientes, el suministro de agua es de vital importancia para el crecimiento de la vid. Con unas buenas condiciones del suelo, no se requiere abonado, o solo en cantidades muy pequeñas, en los primeros años de desarrollo. A los cultivos cubierta se les debe aportar nitrógeno, sobre todo cuando las condiciones del suelo son desfavorables, para prevenir así la competición con las vides. Las cantidades varían en función de las condiciones del suelo en un rango de 0-30 kg de N/ha/año. Un posible suplemento nutricional en el año de la plantación es el abonado foliar de la planta juvenil, que tiene efectos favorables, sobre todo en los periodos de sequía.
Abonado de nitrógeno en las plantas productivas
El nitrógeno es un nutriente importante para el desarrollo de la vid. No obstante, la ubicación y el clima también influyen mucho en la fotosíntesis y, por tanto, en la calidad y en la producción.
En las plantas productivas, los requisitos de nitrógeno dependen de la materia orgánica del suelo, del rendimiento de la cosecha, de la variedad y de la labranza y del suministro de agua. Una manera de medir la necesidad de nitrógeno es observando la velocidad de crecimiento.
Fósforo y potasio
A diferencia del abonado de nitrógeno, el de fósforo y de potasio no está sujeto a periodos concretos. Un abonado básico en otoño antes de la labranza es muy útil. En las plantas jóvenes con suficiente aporte de nutrientes, no se necesitan medidas de abonado, ya que las cantidades de absorción son pequeñas. Si hay una excesiva carencia de fósforo, se puede llevar a cabo un abonado específico del subsuelo basado en la extracción de la planta.
Si a pesar del abonado de potasio aparecen síntomas de carencia, habrá que llevar a cabo una fijación del potasio. Esto puede determinarse también con una muestra del suelo.
Dado que las vides solo presentan una tolerancia parcial al cloruro, habría que utilizar abonos sin cloruro o, si se usan abonos que contengan cloruro, la aplicación deberá ser solo en otoño. Las plantas jóvenes y los patrones deben abonarse sin cloruro.
Se recomienda una aplicación de cal si el análisis del suelo demuestra que es necesario.
La carencia de boro se produce sobre todo en los años secos o en los suelos arenosos y arcillosos. Las vides necesitan boro, siendo preferible el abonado foliar al abonado del suelo.
Hierro (Fe) y manganeso (Mn)
El hierro se absorbe de manera activa como Fe++, Fe+++ y como quelato de hierro a través de la raíz. Es importante para la formación de clorofila y para el proceso de crecimiento. La movilidad del hierro en la planta es baja. Su disponibilidad en el suelo queda a menudo inhibida por el enriquecimiento de bicarbonato. Los síntomas de carencia de hierro son el amarilleamiento de las hojas (clorosis) y la falta de desarrollo de brotes. La carencia se acentúa más en los suelos ricos en arcilla densa o en las zonas calcáreas; no obstante, el aporte excesivo de fósforo y cobre también puede aumentar los síntomas.
El manganeso se absorbe de manera activa a través de la raíz como iones Mn2+ o como quelato de manganeso y es importante para la activación de una gran cantidad de enzimas. La movilidad del manganeso en la planta es moderada. Entre el manganeso y el hierro también se produce una interacción antagonista. El exceso de manganeso predomina en los suelos ácidos y en los suelos encharcados bajo condiciones anaeróbicas.